Ensayos sobre Ecología y Medio Ambiente

jueves, enero 19, 2006

Ecología Política: Guerra y Ecología

Ecología Política: Guerra y ecología
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




UNO DE LOS ASPECTOS QUE QUIZÁS MENOS INTERESAN, DENTRO DE LA PERSPECTIVA DE LA GUERRA, ES EL DEL MEDIO AMBIENTE. El conflicto bélico tiene una estrategia perfectamente orientada hacia los puntos de ataque, y a las vidas de los hombres de poder. Sin embargo, desde una perspectiva puramente ambiental, ¿qué podemos decir de los efectos ecológicos y del impacto de un conflicto armado? La reciente lección del ataque a Irak demuestra que existen aspectos ambientales de consideración, algunos de los cuales presento el día de hoy, preocupado por los recientes avances verbales y de anticipación militar que observamos por parte de los Estados Unidos, en contra de uno o varios países asiáticos, y en particular contra Afganistán. Algunos de los datos que presento se encuentran disponibles en las discusiones de Deep Ecology: After and Before the Persian War.



Una conclusión parece ser la regla: la guerra presenta una escalada de productos destructivos a corta escala, así como a largo plazo. Se ha documentado que en los 45 días de la denominada Guerra del Golfo, unas 56 mil toneladas de munición se envió a Irak, lo cual supera a la cantidad emitida durante los 45 meses de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo hay una novedad, ya que esta munición, denominada ordinance está cubierta por uranio gastado, el cual es un desperdicio de la industria nuclear y ha substituido al titanio como cubierta en los proyectiles. Cuando uno de estos proyectiles hacen contacto con un blanco, se quema y produce un fino polvo, tóxico, radioactivo y cancerígeno. De este modo se produce no solo la destrucción física inmediata del objetivo, sino que el ambiente se cubre de ese polvo que continúa emitiendo radiación peligrosa durante un enorme lapso de tiempo. Esta cantidad de materia radioactiva, de acuerdo a la autoridad inglesa de energía atómica, significa que se producirían medio millón de muertes adicionales en una década. ¿El período de radioactividad de esta substancia? 4,500 millones de años.

Las autoridades militares norteamericanas, de acuerdo con el reporte, aducen que la radioactividad es sumamente reducida, sin embargo, no se presentan datos acerca del carácter inocuo de estos elementos militares. Por otra parte, las mismas autoridades admiten que si este uranio entra al cuerpo humano, tiene el potencial de generar consecuencias médicas importantes no sólo químicas sino radiológicas.

Los denominados países en desarrollo, que con frecuencia significa los países pobres (México incluido obviamente), son (o somos) los que presentan la mayor vulnerabilidad ante sucesos de guerra. Dentro de la geografía de un país, los sectores ubicados en regiones pobres son evidentemente los que sufrirán en mayor medida el efecto de los ataques. Los incendios derivados de ataques militares, así como los efectos sobre el agua, los colectores y las zonas de captación, producen un escenario altamente devastador sobre la salud pública durante y posterior a un conflicto armado.

Nuestra humanidad, nuestra cultura, nuestro tiempo, ha presenciado una gran cantidad de conflictos armados. Asimismo el potencial de destrucción atómica para cada individuo fluctúa alrededor de 3 mil kilos de dinamita. Durante el lustro de 1990 a 1995, se estima que un total de 70 países o regiones se vieron envueltas en 93 conflictos armados o guerras, con una mortalidad de 5.5 millones de personas, de los cuales un millón fueron niños. Desconozco la cantidad de substancias radioactivas totales presentes en el medio ambiente producto de estos conflictos, y de los notables accidentes a reactores nucleares y sus secuelas.

Con cada guerra se reducen las fuentes de agua limpia, de alimentos libres de radioactividad, se incrementan los nacimientos de niños deformes, los problemas genéticos, las modificaciones importantes a la conducta reproductiva de la especie humana. Se modifican los bosques, se incrementan los incendios forestales, se reducen las posibilidades para la atmósfera limpia y respirable, no solo del presente sino del futuro. Con cada guerra nuestra especie se reduce en números, se modifica genéticamente, se destruyen nuestros propios recursos naturales globales. Cuando una guerra sucede se ataca y se destruye a las personas, a las ciudades, al medio ambiente.

La lección de la prolongada guerra de Vietnam es digna de recordarse en este escenario. Independientemente de la destrucción inmediata de los bosques vietamitas a través de uso de substancias altamente nocivas al medio ambiente, como el agente naranja, la pobreza extrema que siguió posterior al retiro de las tropas norteamericanas, continuó por más de una década. Los bosques continuaron reduciéndose en número y los esfuerzos por obtener agua limpia se estrellaban ante la falta de recursos financieron y fuentes de agua confiables. La recuperación en las condiciones de productividad agropecuaria previas a condiciones de guerra es una tarea extremadamente difícil, por lo que la economía se resquebraja y se regresa a niveles de subsistencia.

El Presidente de los Estados Unidos tiene en estos momentos en sus manos la elección para la paz o la guerra. Ojalá y elija finalmente la paz y no la respuesta militarizada en Afganistán. Deseo fervientemente que la decisión prudente se encamine hacia acciones de otro tipo, orientadas más hacia el hacer valer la justicia y el estado de derecho, pero no a través de la fuerza física, en la forma de un ataque militar. La justicia es ciega, dicen, pero no solo ella: también la rabia, también la codicia, también el oportunismo.

Estados Unidos es un país al que personalmente amo. Me recibió y me educó en partes de mi vida profesional, me dio de comer, me protegió, tengo una parte de mi familia en su territorio, y le estoy agradecido. Pero así como le tengo amor, le tengo miedo, porque las acciones que recientemente hemos observado, en particular las relacionadas con los aspectos presidenciales, que incluyen un difícil ascenso al poder del Sr. Bush, el retiro de este país de las reuniones mundiales de protección ambiental, y ahora la perspectiva de una venganza militar por el suceso de Nueva York, significan un pavoroso escenario para el futuro. Voto porque la prudencia, y la paz predominen, venciendo la tentación de una venganza descomunal sobre un país, que pudiera ser el nuestro.




Notas
Escrito el 22 de febrero de 2002, publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.
Este texto, desgraciadamente, no fue profético.

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Acerca de mí

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Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.


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