Ensayos sobre Ecología y Medio Ambiente

lunes, enero 09, 2006

Ecología Política: La Caja de Pandora

Ecología Política: La caja de Pandora
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




HERENCIA DE LA SITUACIÓN MUNDIAL DE CAMBIO DERIVADA DE 1968, condimentada con un resabio hippie, la cultura ambientalista empezó a gestarse en México en imitación a las luchas contra el Establishment que se dieron en países del denominado primer mundo.



A partir de 1970 se empezó a cuestionar en forma cada vez más severa, la filosofía decimonónica imperante que estaba convencida de que la sociedad y la humanidad se encuentran en un estado de avance inexorable en una dirección positiva, empujadas por el avance del conocimiento y con base en las herramientas tecnológicas y cambio cultural de adaptación a estas evidentes mejoras. A nivel mundial, la rebeldía intelectual cuestionó, primero en forma descoordinada y sin demasiados elementos, los notables incrementos en niveles de contaminación, así como la visible pérdida de la cobertura forestal en gran parte del planeta.

Los ecologistas fueron la vanguardia de estas reflexiones. Gracias a los contestatarios ecologistas, la sociedad en su conjunto se maravilló y a la vez se horrorizó con el descubrimiento y apertura de una caja de Pandora moderna. Los grupos ecologistas, cuando nacieron, hicieron una enorme contribución a la sociedad porque vieron con lucidez --o al menos desde una óptica diferente--, lo que había sido cubierto por los laureles de humo del triunfo tecnológico. Poco a poco se demostró que nuevos monstruos habían aparecido, nuevas criaturas terroríficas producto de nuestra propia acción a través de la historia. Los ambientalistas los identificaron claramente y por vez primera en nuestro horizonte. El triunfalismo tecnológico tenía una enorme cola que los ecologistas inmediatamente pisaron.

La causa pronto encontró eco en algunos sectores altruistas. También la lucha ecologista ingresó a las frases de alta mercadotecnia: “Corre, Rinoceronte, Corre: La Extinción es Para Siempre” era el eslogan del World Wildlife Fund, y grandes agencias financieras y de donativos voltearon hacia el nuevo mundo de la conservación ecológica. Sin embargo, aún era importante el encontrar las bases sólidas para fundamentar y validar esta nueva visión ambiental.

Se conformaron las ciencias ambientales dentro de las escuelas pero curiosamente no tanto como una derivación de las ciencias ecológicas o del área humanística, sino dentro del área de ingeniería. Sin embargo, las ciencias ambientales poco a poco fueron avanzando en el estudio de estos nuevos fenómenos descubiertos originalmente por cuestionamientos de los grupos no gubernamentales con poca preparación académica en el reciente campo. Era justo el momento para la presentación en sociedad de las ciencias ambientales.

Dentro de los trabajos de la nueva camada de científicos a nivel mundial, un aspecto me parece el adecuado para resaltarlo en el contexto de esta contribución, y a continuación lo narro brevemente porque encierra una lección de actualidad para nuestra sociedad. Este avance importante en el abrir de esta caja de Pandora fue el trabajo del científico Mario Molina, quien gana junto con sus colegas el Premio Nóbel de Química para los Estados Unidos.

El Dr. Molina es egresado de la Facultad de Química de la UNAM y ante la falta de estímulos en México, emigró a Estados Unidos y adquirió la ciudadanía de ese país. Su aguda observación, al estar estudiando los gases conocidos como cloro-fluoro-carbonos (CFC) de amplia utilización en sistemas de refrigeración, fue el preguntarse en dónde están estos gases después de décadas de utilización. Tras una intensa búsqueda, el Dr. Molina encontró estos gases en las capas superiores de la atmósfera terrestre, en la tropósfera. Nada más imagínese Usted al Dr. Molina empeñado en buscar unos gases en la mar de aire que es nuestra atmósfera. Seguramente todos pensarían que este científico estaba loco en su empresa sin fin y sin utilidad.

Al encontrar los CFC en las capas superiores de la atmósfera, y al conocerse la reactividad de estos gases con otro gas presente en esas altitudes, el ozono, entonces el Dr. Mario Molina predijo por primera vez en el mundo una advertencia catastrófica de nivel planetario: la existencia de agujeros de ozono. Ahora el Dr. Molina no sólo buscaba unos gases que emanan de los refrigeradores sino que se planteaba la existencia de unos agujeros en la atmósfera.
¿Se encontraron esos agujeros que la visión de Molina había adivinado?

El mundo científico se volcó en esa loca búsqueda. Los análisis demostraron en forma fehaciente que esos agujeros existen y que han sido formados en nuestro tiempo, derivados de nuestra acción como cultura, y con consecuencias planetarias. Mario Molina ganó el Premio Nobel y con sus predicciones basadas en los más rigurosos métodos científicos, había demostrado que aquellas terribles predicciones de globalización en el deterioro ambiental, tienen una base real y que son enteramente posibles. Amenazadoras, y de consecuencias todavía no claramente entendidas en su totalidad.

Existe una lección, una moraleja de alta relevancia en esta analogía de Pandora. A final de cuentas, creo que independientemente de la labor de Mario Molina como científico, la existencia de los agujeros negros tiene una enorme relevancia para el futuro de la humanidad a largo plazo. Su trabajo como académico fue el de reconocer el problema, identificarlo, realizar predicciones y buscar incansablemente la solución a los problemas.

En Cancún, como en todos los centros urbanos, tenemos nuestras propias cajas de Pandora. Una de estas cajas es la del así denominado Relleno Sanitario. Se ha alertado en forma reiterada, el enorme riesgo de contaminación y que amenazaría el futuro del destino turístico. El problema de la basura en Cancún, así como otros temas ambientales de gran relevancia, requieren de esta filosofía de Mario Molina donde la intensa búsqueda de contaminantes en sitios adecuados, realizada por personas interesadas en descubrir la verdad de los procesos de contaminación quizás permita el detectar el nivel real del problema, y de ese modo, elaborar las mejores estrategias para la solución.

La raíz del problema no se centra en una deuda pública municipal. Ver el asunto de la basura en Cancún como un caso administrativo o como un pleito legal por adeudos, es reducirlo a su más mínima expresión y se me ocurre que es como poner un poco de lodo en la boca del géiser. Es preciso señalar que debido a su relevancia regional, este tema requiere desde mi perspectiva, de una activa participación tanto del Gobierno Estatal como Federal. Lo que está en juego es el destino turístico y la participación de dos municipios requeriría necesariamente la participación de estas entidades de gobierno.

La genuina preocupación expresada por la población de Cancún e Isla Mujeres, interesada en salvaguardar su patrimonio turístico y ecológico es una razón de suficiente peso como para examinar el problema de la contaminación en su debida dimensión y por ende, como para replantear el problema de la basura en Cancún en su totalidad.




Notas
Original publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo, 19 abril de 2002.

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Acerca de mí

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Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.


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