Ensayos sobre Ecología y Medio Ambiente

lunes, enero 23, 2006

Ecología Política: El mes del Minotauro

El Mes del Minotauro
Daniel Navarro
danielnavarro



En una breve historia, dentro de las geniales y profundas revelaciones de Jorge Luis Borges, titulada "La casa de Asterión" e incluida en El Aleph, el personaje del Minotauro cobra vida en su laberinto y lo recorre. En este laberinto penetran los hombres, “Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras” -dice el minotauro.




El personaje y el escritor son uno, en mi opinión, y reflejan en gran medida también la historia actual, de grandes encrucijadas a las que nos vemos arrastrados, de incógnitas que nos relacionan indisolublemente, de paradojas que nos obligan a la reflexión. Hace un mes había yo utilizado el título del Minotauro, para reflejar el laberinto al que nos dirigíamos en referencia al tema del ántrax. La intención era expresar las grandes dudas y la gravedad del asunto que representaba la posible amenaza de una guerra biológica desplegándose ante nuestros ojos. Analizamos los datos disponibles al inicio de los artículos de opinión que publicamos previamente. Le hemos dado seguimiento a este tema y nos encontramos que a partir del 5 de octubre de 2001, hasta hoy en que envío esta nota, cinco de noviembre, ha transcurrido un mes desde que el fallecimiento de una persona encendiera un cronómetro muy peculiar. La noticia del deceso por ántrax del Sr. Stevens de Florida corrió como reguero de pólvora, y generó una conducta social y una respuesta política y económica de enormes dimensiones, tanto en los Estados Unidos como en otras partes del planeta.

Hoy que vemos e intentamos escribir un balance de este mes que ha transcurrido, nos damos cuenta que se iniciaba el Mes del Minotauro, porque hemos entrado a un laberinto del cual tenemos que recoger indicios, reconocer territorios distantes y ajenos, entender idiomas que parecieran fuera de este mundo. Así percibo este tiempo, este mes de ántrax que ha producido una docena de muertos cuyas caídas, más que sus nombres, han tenido resonancia mundial.

En este mes se nos revelaron actividades secretas de terrorismo biológico. Supimos que en una isla de Kazakstán existe un cementerio de ántrax. A cuentagotas y en pedazos sabemos ahora la gran cantidad de recursos financieros invertidos en la generación de ántrax en condiciones de laboratorio para ser utilizado con fines militares. Así se generó el nombre de las cepas, una de las cuales ha trascendido mucho más que lo que hubieran podido desear sus inventores: la mortífera cepa de ántrax de Ames, en el Estado de Iowa. Evidentemente, la creación de una arma letal requiere también del antídoto, de la solución para ser inmune a esa arma, y entonces la gran inversión en la genética de las bacterias letales, de nuestro propio genoma humano, tienen sentido en este esquema desarrollado por las grandes potencias de nuestro planeta.

En este mes surgió una nueva geografía y un nuevo léxico bacteriológico y genético a nivel de masas. La farmacología emergió como cabeza de medusa, con sus múltiples implicaciones y tentáculos, a la par que las enormes respuestas dispares, confusas, divergentes, de las naciones y de las patentes. Esta geografía inicialmente se trató de ligar a la geografía derivada del ataque a Nueva York, el día 11 de septiembre cuando las Torres Gemelas se derrumbaron ante nuestros propios ojos. A partir de ese día once, se visualizó el inicio de una guerra que no ha terminado y en donde por razonamientos nunca claramente explicados, nunca claramente entendidos, nunca claramente justificados, nunca claramente aceptados, Estados Unidos inició lo único que nos ha quedado claro: una venganza en contra de un sistema político religioso que nos es ajeno, que no entendemos, y que persiste hasta el día de hoy.

Estamos en el laberinto dentro del laberinto, recorremos sus callejones y como en la visión de Borges, los muertos nos permiten reconocer una galería de otras. Al inicio, las noticias sobre el ántrax enviado por correo provocaron un estado de ansiedad entre los habitantes de los Estados Unidos. Han caído seis objetivos que no sabemos fueron producto de “disparos en la obscuridad”, por así decirlo, o bien, fueron cuidadosamente seleccionados en el universo de receptores al ataques con ántrax. Sabemos de forma preliminar que el ántrax no se ha generalizado entre otros países, al menos hasta este momento. Finalmente sabemos también que el cañonazo oficial de un millón de dólares no ha surtido ningún efecto sobre la fuente de emisión de correo contaminado por esta bacteria. Una añeja verdad que prevalece y se rejuvenece: No todo lo compra el dinero.

En mi opinión, podemos desprender una lección fundamental en este tiempo transcurrido: frente a una eventual guerra con armas bacteriológicas, el nivel de vulnerabilidad de un país es en extremo elevado. Así se trate de los Estados Unidos o de la Gran Bretaña, países con fuertes intereses en el tema guerrero internacional, se ha manifestado en este mes una profunda debilidad y desorganización interna. Si esto sucede en países beligerantes, preparados en el ámbito científico y militar, no quiero pensar en el resto de los países que somos espectadores de esta arena internacional.

En este momento nos encontramos sin respuestas ante los sucesos del ántrax, pero desde hace un mes se había encontrado a la cepa norteamericana como la causante de los decesos. Esta teoría se mantiene hasta el día de hoy. Las certidumbres son algunas, pero las incógnitas son abrumadoras tanto en número como en repercusiones.

Inicia otro mes, en donde veremos el uso del dióxido de cloro con mayor frecuencia en las normas antisépticas urbanas, y en donde el fantasma de la viruela andará rondando por los bosques obscuros de nuestras ciudades. Me pregunto si habrá personas interesadas en exhumar pesadillas medievales en estos tiempos del nuevo milenio. ¿Cuántas personas inocentes caerán presa de este desenfreno, de estas venganzas, de estos improperios contra la propia humanidad?

En la historia de Borges, al minotauro sabedor de su morada, le es revelado su destino por boca de una de sus víctimas. Sabe que algún día llegará su fin y se pregunta sobre su vencedor: “¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?”





Notas
Escrito en noviembre de 2001. Publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.

sábado, enero 21, 2006

Ecología Política: Extinción Estocástica

Ecología Política: Extinción estocástica
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com



EN TEORÍA ECOLÓGICA, NO SE NECESITA COMETER NINGÚN “ECOCIDIO” para extirpar o arrastrar a una especie hacia la extinción. Existen acciones directas del ser humano que resultan altamente impactantes para algunas especies vivientes, pero también existen otros procesos que cuando se manifiestan en poblaciones normales no hay problema, pero cuando existen poblaciones diezmadas de alguna especie, entonces podemos presenciar fenómenos de extinción catastrófica, inclusive por procesos estocásticos, es decir, por procesos de variabilidad ambiental un tanto aleatorios. Esto viene a cuento por aquellos casos de especies amenazadas en Quintana Roo, llámese de fauna como el caso de las tortugas marinas, o de flora, como en el caso del chit o de la palma kuka.



Aquellas especies amenazadas con la extinción en Quintana Roo, incluyen las siguientes especies de la fauna silvestre: la totalidad de las tortugas marinas, algunas especies de aves y de mamíferos. Dentro de nuestras características de flora, tenemos algunas especies tales como la palma de chit o la palma kuka.

¿Hemos perdido especies en Quintana Roo? La respuesta es afirmativa. Durante el siglo pasado se registraron los últimos ejemplares de foca monje del norte de la Península de Yucatán. Si, ha leído usted bien. Alguna vez hubo focas silvestres, que formaban parte de nuestra fauna, y que fueron completamente borradas del mapa, para siempre. Durante un viaje que hice a la colección de mamíferos de la Institución Smithsoniana, en Washington, tuve la oportunidad de ver los cráneos de estas focas monjas. Todo un espectáculo verlas acomodadas en gavetas, cadáveres acurrucados de seres inexistentes en la actualidad. Huesos que son mudos testigos y que demuestran nuestra rapacidad como seres humanos.

¿Podríamos orillar a otras especies hacia la extinción? Una vez más, la respuesta es afirmativa. Comento esto porque he leído y observado algunas actitudes que me parecen preocupantes para el futuro de algunas especies tanto de plantas como de animales. En el caso de chit, entiendo que es una especie que tiene un enorme valor en la construcción, así como en la pesca de langosta. Mi recomendación es que deben mantenerse cuidadosamente manchas de importancia y extensión suficiente para esta especie que se encuentra en forma abundante en la zona costera del Estado. Pero no caigamos en espejismos. Cuidemos esta especie. No se vale simplemente cortarla y transportarla en camionetas, olvidando el hecho de que esta es una especie protegida.

El otro caso es el de las tortugas marinas. Las acciones que como sociedad hemos implementado hasta el momento, con el número de campamentos entre reales y ficticios, que existen en nuestras costas, son claramente insuficientes. Debemos incrementar el nivel de protección de las tortugas marinas. No podemos dejarle el paquete únicamente a Xcacel, aún cuando el proyecto turístico fuere rechazado por parte de la autoridad ambiental. Las acciones conjugadas a nivel hotelero y de propietarios de predios costeros es importante para salvaguardar estas especies. Quisiera ver una respuesta al unísono de todos aquellos empresarios que tienen proyectos autorizados y operando, a favor de las tortugas marinas que visitan sus playas. Únicamente de este modo el sector empresarial hotelero tendría el valor moral de levantar la mano para condenar a Xcacel a un desarrollo turístico más. Sin embargo, las vicisitudes del Biól. Julio Juárez, de la asociación civil Protortuga, para allegarse un mínimo de apoyo por parte del sector turístico hotelero indican que se contribuye poco a la protección efectiva de las tortugas marinas.

Las últimas líneas de esta contribución quisiera dedicárselas al manglar. Inicio diciendo que el manglar es un término preciso en la medida que determina aquel tipo de vegetación que contenga una o más especies de mangle, pero impreciso en muchos otros aspectos, incluyendo el legal. Esto parece una perogrullada, y la cosa se complica cuando tratamos de dibujar los límites del manglar en un mapa. Frecuentemente caemos en la simplicidad de considerar únicamente al mangle rojo y denso como las áreas de mangle que requieren ser respetadas por procesos de construcción, digamos en el corredor Cancún-Tulum. Esto es fácil ya que se reconoce en las imágenes aéreas y de satélite, pero es totalmente incorrecto desde un punto de vista estricto, y la adecuada definición de la línea de manglar se detecta únicamente realizando delicados estudios de campo combinados con estadística avanzada. Asimismo, cabe mencionar que el mangle tiene una impresionante tasa de recuperación y de resistencia a la perturbación. Entonces, por causas de estudios incorrectos o incompletos, podemos causar severas perturbaciones sobre algunas especies consideradas como amenazadas.

Una conclusión del tema es que cada una de las especies amenazadas requiere de estudios finos, y de estrategias de protección e inclusive de aprovechamiento, dependiendo de los tiempos y la recuperación observada. Si nuestras acciones únicamente son de tipo depredadoras, si no actuamos a favor de la recuperación de cada especie, con planes puntuales, exactos y dirigidos, difícilmente lograremos llegar al punto del aprovechamiento sustentable. El quid consiste en que nuestras estrategias estén dirigidas hacia un mismo fin, coordinando las acciones para la protección de la naturaleza, de sus especies en peligro de extinción, e integrando nuestras aspiraciones como sociedad. De otra manera, la extinción de varias de estas especies podría sobrevenir después de una crisis ambiental de tipo estocástico, llámese incendio forestal, calentamiento oceánico o blanqueamiento de coral.

En ese escenario, algunas especies podrían extinguirse, aún con nuestras buenas intenciones de que no suceda esto. Entonces no habrá otra salida sino visitar los museos para conocer aquellas especies que alguna vez existieron en nuestro planeta. Seguramente veremos sus huesos y nos preguntaremos si no hicimos nada para evitarlo. Por ello, sugiero el tema de extinción estocástica para ser incluido como aspecto a ser analizado dentro de los planteamientos de los ordenamientos ecológicos. Estoy consciente de que existen muchísimas dimensiones del tema, pero este es un aspecto que dentro de las preocupaciones de tipo ecológico debe ser incluido. Es mejor ahora, evitando conflictos futuros, y decidiendo las mejores estrategias para la conservación de esas especies que merecen la sobrevivencia y que actualmente se encuentran en peligro de extinción.




Notas
Escrito el 26 de febrero de 2002. Publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo.

jueves, enero 19, 2006

Ecología Política: Guerra y Ecología

Ecología Política: Guerra y ecología
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




UNO DE LOS ASPECTOS QUE QUIZÁS MENOS INTERESAN, DENTRO DE LA PERSPECTIVA DE LA GUERRA, ES EL DEL MEDIO AMBIENTE. El conflicto bélico tiene una estrategia perfectamente orientada hacia los puntos de ataque, y a las vidas de los hombres de poder. Sin embargo, desde una perspectiva puramente ambiental, ¿qué podemos decir de los efectos ecológicos y del impacto de un conflicto armado? La reciente lección del ataque a Irak demuestra que existen aspectos ambientales de consideración, algunos de los cuales presento el día de hoy, preocupado por los recientes avances verbales y de anticipación militar que observamos por parte de los Estados Unidos, en contra de uno o varios países asiáticos, y en particular contra Afganistán. Algunos de los datos que presento se encuentran disponibles en las discusiones de Deep Ecology: After and Before the Persian War.



Una conclusión parece ser la regla: la guerra presenta una escalada de productos destructivos a corta escala, así como a largo plazo. Se ha documentado que en los 45 días de la denominada Guerra del Golfo, unas 56 mil toneladas de munición se envió a Irak, lo cual supera a la cantidad emitida durante los 45 meses de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo hay una novedad, ya que esta munición, denominada ordinance está cubierta por uranio gastado, el cual es un desperdicio de la industria nuclear y ha substituido al titanio como cubierta en los proyectiles. Cuando uno de estos proyectiles hacen contacto con un blanco, se quema y produce un fino polvo, tóxico, radioactivo y cancerígeno. De este modo se produce no solo la destrucción física inmediata del objetivo, sino que el ambiente se cubre de ese polvo que continúa emitiendo radiación peligrosa durante un enorme lapso de tiempo. Esta cantidad de materia radioactiva, de acuerdo a la autoridad inglesa de energía atómica, significa que se producirían medio millón de muertes adicionales en una década. ¿El período de radioactividad de esta substancia? 4,500 millones de años.

Las autoridades militares norteamericanas, de acuerdo con el reporte, aducen que la radioactividad es sumamente reducida, sin embargo, no se presentan datos acerca del carácter inocuo de estos elementos militares. Por otra parte, las mismas autoridades admiten que si este uranio entra al cuerpo humano, tiene el potencial de generar consecuencias médicas importantes no sólo químicas sino radiológicas.

Los denominados países en desarrollo, que con frecuencia significa los países pobres (México incluido obviamente), son (o somos) los que presentan la mayor vulnerabilidad ante sucesos de guerra. Dentro de la geografía de un país, los sectores ubicados en regiones pobres son evidentemente los que sufrirán en mayor medida el efecto de los ataques. Los incendios derivados de ataques militares, así como los efectos sobre el agua, los colectores y las zonas de captación, producen un escenario altamente devastador sobre la salud pública durante y posterior a un conflicto armado.

Nuestra humanidad, nuestra cultura, nuestro tiempo, ha presenciado una gran cantidad de conflictos armados. Asimismo el potencial de destrucción atómica para cada individuo fluctúa alrededor de 3 mil kilos de dinamita. Durante el lustro de 1990 a 1995, se estima que un total de 70 países o regiones se vieron envueltas en 93 conflictos armados o guerras, con una mortalidad de 5.5 millones de personas, de los cuales un millón fueron niños. Desconozco la cantidad de substancias radioactivas totales presentes en el medio ambiente producto de estos conflictos, y de los notables accidentes a reactores nucleares y sus secuelas.

Con cada guerra se reducen las fuentes de agua limpia, de alimentos libres de radioactividad, se incrementan los nacimientos de niños deformes, los problemas genéticos, las modificaciones importantes a la conducta reproductiva de la especie humana. Se modifican los bosques, se incrementan los incendios forestales, se reducen las posibilidades para la atmósfera limpia y respirable, no solo del presente sino del futuro. Con cada guerra nuestra especie se reduce en números, se modifica genéticamente, se destruyen nuestros propios recursos naturales globales. Cuando una guerra sucede se ataca y se destruye a las personas, a las ciudades, al medio ambiente.

La lección de la prolongada guerra de Vietnam es digna de recordarse en este escenario. Independientemente de la destrucción inmediata de los bosques vietamitas a través de uso de substancias altamente nocivas al medio ambiente, como el agente naranja, la pobreza extrema que siguió posterior al retiro de las tropas norteamericanas, continuó por más de una década. Los bosques continuaron reduciéndose en número y los esfuerzos por obtener agua limpia se estrellaban ante la falta de recursos financieron y fuentes de agua confiables. La recuperación en las condiciones de productividad agropecuaria previas a condiciones de guerra es una tarea extremadamente difícil, por lo que la economía se resquebraja y se regresa a niveles de subsistencia.

El Presidente de los Estados Unidos tiene en estos momentos en sus manos la elección para la paz o la guerra. Ojalá y elija finalmente la paz y no la respuesta militarizada en Afganistán. Deseo fervientemente que la decisión prudente se encamine hacia acciones de otro tipo, orientadas más hacia el hacer valer la justicia y el estado de derecho, pero no a través de la fuerza física, en la forma de un ataque militar. La justicia es ciega, dicen, pero no solo ella: también la rabia, también la codicia, también el oportunismo.

Estados Unidos es un país al que personalmente amo. Me recibió y me educó en partes de mi vida profesional, me dio de comer, me protegió, tengo una parte de mi familia en su territorio, y le estoy agradecido. Pero así como le tengo amor, le tengo miedo, porque las acciones que recientemente hemos observado, en particular las relacionadas con los aspectos presidenciales, que incluyen un difícil ascenso al poder del Sr. Bush, el retiro de este país de las reuniones mundiales de protección ambiental, y ahora la perspectiva de una venganza militar por el suceso de Nueva York, significan un pavoroso escenario para el futuro. Voto porque la prudencia, y la paz predominen, venciendo la tentación de una venganza descomunal sobre un país, que pudiera ser el nuestro.




Notas
Escrito el 22 de febrero de 2002, publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.
Este texto, desgraciadamente, no fue profético.

martes, enero 17, 2006

Ecología Política: Ecología Agraria y la Tragedia de los Comunes

Ecología Política: Ecología agraria y la tragedia de los comunes
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com



Gabriel Quadri, a quien considero un extraordinario pensador ambiental, egresado de la Universidad de Texas en Austin, publicó hace unos años un documento que me llamó mucho la atención, precisamente sobre el tema de la tragedia de los comunes y sus implicaciones ambientales. Estas ideas de Quadri proceden originalmente de Garrett Hardin quien yo pensaba estaría en UT-Austin, pero ahora me doy cuenta que cuando se publicó el artículo en Science en 1998, formaba parte de las filas de la Universidad de California en Santa Barbara. Pero basta de escuelas. Una vez cubierto este prolegómeno curricular, describo brevemente el tema de la tragedia de los comunes y me centro en su potencial como herramienta de análisis para lo que denomino ecología agraria.



Existe un problema referente a las tierras ejidales y que me preocupa desde una perspectiva ambiental: la denominada tragedia de los comunes. En este caso se refiere al dilema de mantener viable y sustentable un recurso público que cualquier persona puede sobreutilizar o sobreexplotar. Este tema tiene naturalmente amplias implicaciones con respecto a las tierras nacionales, áreas naturales protegidas, clima global, y otros de índole nacional. A nivel agrario veo que se ha resentido una pérdida substancial de recursos naturales ante la imposibilidad real de muchas comunidades ejidales para mantener en buen estado estos recursos que les son proveídos originalmente en el título ejidal.

Existe una capacidad de vigilancia dentro de las tierras ejidales, las cuales se concentran en las partes productivas de base agronómica o pecuaria. Para el resto, existe entonces una área de uso común que para efectos prácticos es tierra de nadie, y entonces es donde se pierden de forma silenciosa, grandes extensiones de riqueza forestal, de fauna silvestre, de calidad del agua.

De tales condiciones en Quintana Roo encontramos ejemplos como los incendios forestales después del huracán Gilberto, y posteriores. Las pérdidas forestales no fueron resueltas ni asumidas por nadie en especial, y los consiguientes decretos de restauración ecológica fueron igualmente respetados en el papel, ignorados en la vida diaria.

Eran tierras de nadie, era la tragedia de los comunes. Esta idea nos permite formular una quinta para el pensamiento en ecología agraria: Las tierras ejidales pueden derivarse en el camino de la tragedia de los comunes, o sea, recursos naturales sobreutilizados, sobreexplotados, defendidos por nadie.

Esta condición resulta en panoramas de sobreutilización y rapacidad sobre el medio ambiente por parte de los más ambiciosos, o de los más osados, que son seguidos por una miríada de otros individuos interesados en obtener recursos naturales de áreas poco vigiladas. El resultado final es una pérdida de proporciones incalculables para la región. ¿Cómo resolver este dilema?

Una de las vías es la de la reciprocidad indirecta, traducida como “da y recibirás” pero esta estrategia se basa en cierto grado de altruismo inicial, de beneficio para la naturaleza, y lo que se obtendría sería una recompensa, el beneficio común. La reciprocidad indirecta puede traducirse como “siembra y cosecharás”. Esta reciprocidad indirecta descansa en un sentimiento de honorabilidad, de buena reputación de los grupos sociales involucrados. Esta reputación se convierte en moneda de intercambio.

Por supuesto que el objetivo final de esta estrategia es la de la solución para la participación social ante recursos naturales que no tienen un dueño específico, pero también exploro la posibilidad de aplicación de esta estrategia en condiciones agrarias, donde las tierras ejidales funcionan o se derivan de tierras nacionales.

Esto significa que nadie puede aprovechar los recursos naturales de uso común, de aquellas áreas nacionales, de las reservas ecológicas, sin antes haber realizado una inversión, un aporte, a favor del recurso mismo. Entonces la pesca de extracción, por ejemplo, no tiene soporte moral en la medida en que frecuentemente los pescadores únicamente invierten en los medios para realizar una pesca más efectiva, pero no existe inversión en el recurso mismo: los peces y las condiciones naturales del medio donde se reproducen. Esto conduce a una sobreexplotación de los recursos pesqueros, de los cuales tenemos ejemplos en Quintana Roo. De igual forma, sin adecuados sistemas de inversión en materia forestal, poco derecho tenemos a extraer los árboles del bosque. Pero dicho caso se amplía a los arrecifes, donde se requiere de inversión para mantener la productividad del ecosistema frágil.

La autoridad puede dictar decretos, argumentos legales, tarifas y derechos fiscales y otras prerrogativas de índole mercantil y fiscal, pero en la medida en que no exista inversión en el recurso mismo, la tendencia será la del deterioro inminente y catastrófico. En la medida en que el Estado cobre por el uso de estos recursos donde los dueños somos todos (en teoría), para satisfacer necesidades financieras de sectores ajenos a los del recurso natural, la tendencia no será otra sino la de sobreexplotar el recurso, hasta que se consuma en su totalidad, o hasta que la explotación resulte poco rentable.

La complejidad del tema es mayúscula, y presento estas reflexiones como una forma de impulsar la búsqueda de sistemas financieros que resulten en una inversión efectiva en los recursos naturales nacionales que se aprovechan en Quintana Roo. El tema parte de mis pensamientos sobre ecología agraria, pero se aplica tanto a las tierras ejidales, como a aquellos recursos naturales que han contribuido en forma substancial a la economía local, tales como los arrecifes de coral. Esto me lleva a un análisis de la propuesta federal para el cobro de ingreso a áreas naturales protegidas y el efecto real sobre el capital ambiental de Quintana Roo.





Notas
Escrito el 27 de abril de 2002, publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.

viernes, enero 13, 2006

Ecología Política: Ecología Agraria: Tercera Tesis

Ecología Política: Ecología agraria: tercera tesis
Daniel Navarro
daniel navarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




EXISTEN DOS MANERAS DE ORDENAR ECOLÓGICAMENTE EL USO DEL SUELO,a partir de su vocación real y potencial de utilización, con la finalidad de establecer y orientar el desarrollo: La primera es a través de un plan de manejo cuando se trata de una área natural protegida. La segunda es a través de un plan de ordenamiento ecológico del territorio considerado, trátese de área natural protegida o no. Ambos instrumentos tienen una estrecha interacción con el tema de la tenencia de la tierra.




En tiempos recientes, los decretos de creación de áreas naturales protegidas ya no incluyen la expropiación de terreno, debido a que la lista de pagos pendientes de décadas en terrenos expropiados para áreas naturales protegidas en México es aún impresionante. En muchos casos, Parques Nacionales perfectamente establecidos, adolecen del cumplimiento del pago de la expropiación determinada en el decreto, con el consiguiente conflicto a largo plazo entre la tenencia de la tierra y la conservación ecológica. En este panorama tan conflictivo, el gobierno federal tiene el arma del plan de manejo, mientras que a nivel local se cuenta con el programa de ordenamiento ecológico.

Por ello, dedico estas reflexiones al tema del plan de manejo versus un panorama de ordenamiento ecológico y sugiro la siguiente tesis: El campo de aplicación de un plan de manejo puede ser conflictivo e inclusive excluyente con el de un plan de ordenamiento ecológico debido a los niveles de autoridad en los que recae la jurisdicción, y al historial en cuanto a la tenencia de la tierra.

Iniciemos con el desglose del Plan de Manejo. El Plan de Manejo de un área natural protegida es parte de la declaratoria de creación misma y se desprende del articulado, donde se establece el período en que deberá de realizarse. La atribución es federal, es decir, la elaboración de un plan de manejo es responsabilidad del director del área natural protegida. Desafortunadamente no se especifica mucho en el decreto de creación, ya que no se establecen los mecanismos por los cuales se establecerán las bases para participar, ni los requisitos que deberían cumplir las personas u organizaciones que elaborarán un plan de manejo. Esta definición es fundamental para la ecología agraria, ya que una pronta definición de estos participantes, orientará la discusión y la elaboración de las reglas por las cuales se definirán las zonas en que se subdividirá el área protegida, así como el tipo de actividad que podrían desarrollarse en esas zonas.

Es fácil discernir que en la elaboración de un plan de manejo se encuentra la semilla de muchos conflictos, por lo cual se debe de encontrar un mecanismo para asegurar la armonía y solución correcta de aquellas disyuntivas que pongan en riesgo la permanencia de un área natural protegida y su valor ambiental.

Con frecuencia, la elaboración de un plan de manejo es una tarea que se asigna a una institución académica. Esto es una respuesta al hecho de que con demasiada frecuencia se carece de recursos económicos para elaborar este instrumento. La orientación hacia la contratación de una institución de educación superior se concreta con frecuencia en una universidad o centro de investigación. Tal visión ha perdurado durante los últimos años y la base de este pensamiento es la calidad académica de los participantes, suponiendo que la máxima calidad académica se encuentre en las universidades locales.

Sin embargo, esta selección tiene enormes fallas, debido a que el enfoque del plan de manejo cubre condiciones técnico académicas dentro de los campos de la ecología, y en mayor o menor grado, del campo de la sociología. No obstante, los planes de manejo elaborados por centros de investigación o universidades carecen de la integración política, estratégica y de tenencia de la tierra necesarias para lograr una efectiva conservación ecológica integrada al desarrollo social. Esto conduce a el contar con un plan de manejo perfecto en el escritorio, pero difícil de ejecutar en la vida real. El resultado salta a la vista en Quintana Roo, donde el avance en la conservación ecológica se observa en el número de declaratorias, se observa una extremada reducida participación social, participación política o beneficio económico para la sociedad en donde se encuentra el área natural protegida.

¿El plan de manejo es la única forma de llegar a un esquema de ordenamiento de desarrollo urbano, de vocación del suelo, de alcanzar la sustentabilidad? La respuesta es No, ya que existe otro mecanismo dirigido a la orientación y regulación de la actividad productiva posible, real o potencial, en una zona dada. Tal instrumento es el Plan de Ordenamiento Ecológico, contemplado en la ley ambiental federal, y desarrollado en las leyes estatales correspondientes. La particularidad de este instrumento, a diferencia del Plan de Manejo de un área natural protegida, es que la atribución ha sido descentralizada. Esto significa que la atribución es del Estado de Quintana Roo o de los municipios, excepto cuando se trata de ordenamientos ecológicos marinos. Asimismo, cuando se trate de planes de ordenamiento ecológico en áreas naturales protegidas, este procedimiento deberá realizarse en forma conjunta, entre los gobiernos federal y locales.

Para ambos casos, la ley ambiental no estipula restricciones en cuanto a la tenencia de la tierra. Para los actos, convenios y contratos relativos a la propiedad, posesión o cualquier derecho relacionado con bienes inmuebles ubicados en áreas naturales protegidas, se deberá contener referencia a la declaratoria del área correspondiente y de los datos asentados en el Registro Público de la Propiedad.

Me resulta claro que existe todavía un trecho bastante espinoso en este terreno, y que será necesario encontrar vías de coordinación y colaboración, evitando los extremos de los cotos particulares bajo bandera de protección ecológica, pretendiendo dirigir el destino de una tierra ajena. Asimismo, los propietarios deberán pensar siempre en el alto destino de la conservación ecológica y del equilibrio que debe garantizarse para el bien común y el desarrollo armónico de nuestra Patria.



Notas
Escrito el 12 de enero de 2002, publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo.

jueves, enero 12, 2006

Ecología Política: Ecología Agraria: Segunda Tesis

Ecología Política: Ecología agraria: segunda tesis
Daniel Navarro



UNA SERIE DE TRISTES HECHOS DE RELEVANCIA AMBIENTAL se derivan del tema motriz de la revolución mexicana, a principios de siglo pasado, “la tierra es de quien la trabaja”, un concepto frecuentemente asociado al pensamiento zapatista. El “trabajar” a que se refiere la frase anterior requiere casi por definición la profunda modificación ambiental del sistema ambiental original, para demostrar posesión, y por ende, generar derecho. Debido a que en numerosos casos, esta desforestación no se tradujo en trabajo agrícola o pecuario productivo, de hecho este “trabajar” se tradujo únicamente en deforestación, quema de la vegetación, derrumbe de árboles, y otras actividades que impactaron el ecosistema. Segunda tesis: Con frecuencia, una traducción ambiental del lema “la tierra es de quien la trabaja” es de hecho la siguiente: “la tierra es de quien la deteriora.”
Poca monta tuvo por años en el concepto agrarista el tema de la conservación ecológica forestal. Sin embargo, la evolución en el pensamiento durante la última parte del siglo XX devino en un concepto fundamental, dirigido a evitar la fragmentación de bosques: la ley agraria contempló la protección ecológica a través de la prohibición de la fragmentación de bosques y selvas.




La segunda tesis de ecología agraria tiene consecuencias funestas para la conservación ecológica. En el caso de tierras ejidales, aquellas tierras “trabajadas” para propósitos agrícolas o pecuarios, pueden pasar a la titulación, pero las tierras de tipo forestal, con bosques o selvas, no pueden hacerlo. La idea de que los bosques deben ser propiedad pública, sin poderse aparcelar en forma privada, cuando proceden de un ejido, conlleva un enorme riesgo. Este riesgo es el de apresurar su desforestación, incendios forestales, o su modificación por causas que combinen grandes acciones naturales con intereses particulares. La pérdida de gigantescas porciones de bosque en la zona norte de Quintana Roo corresponden a este último caso. La pérdida forestal de terrenos ejidales en Quintana Roo con frecuencia se asocia a quemas derivadas de la actividad agropecuaria y de incendios provocados. Una vez modificado el bosque, entonces es posible desarrollar nuevas actividades productivas, o de realizar la venta de terrenos para expansión urbana.

El riesgo es de gran envergadura e involucra a la nación entera, particularmente en cuanto al futuro de los bosques tropicales. Las elevadas tasas de desforestación son un fenómeno con el que se vive día a día, y las medidas tomadas por el gobierno aparentemente son insuficientes. No puede darse un futuro para México si el bosque se encuentra amenazado. La experiencia de desforestación severa de otros países es aleccionadora. Las capas populares serán las más afectadas.

Por ello, podríamos proponer la siguiente reflexión para resolver el dilema de la segunda tesis: Aquellas áreas forestales de los ejidos, que no se encuentren siendo utilizadas, deberían formar parte de los bienes nacionales ambientales a través de su integración a bosques nacionales, estatales, municipales, o de áreas naturales protegidas.

Desgraciadamente, ni la ley agraria ni la ley ambiental presentan una propuesta armónica, acorde y sensible para lograr la confluencia de intereses cuando se trata de tierras de uso común, ejidales, y de bosques de alta relevancia para la Nación. Los bosques que se encuentran en los ejidos tienen dueño: los ejidatarios. Los bosques que se encuentran en las áreas naturales protegidas con terrenos expropiados tienen dueño: la Nación. La inclusión del candado en la ley agraria de que los terrenos ejidales conteniendo bosques y selvas, no pueden ser titulados en forma individual, y que deben ser parte de áreas de uso común ejidal, reviste una de las limitaciones más contundentes a la conservación ecológica. La disyuntiva será entonces la de asignar estas áreas de uso común para propósitos de conservación ecológica, transfiriendo a través de la donación, a la patria misma, de aquellos terrenos que presentan vocación forestal, para asegurar su permanencia. Esta propuesta para los ejidos en Quintana Roo sería aplicable, por supuesto, a aquellas porciones que no se encuentren siendo “trabajadas”, es decir, que sean áreas forestales sujetas a tenencia de la tierra de uso común, en donde no se encuentren planes de manejo forestal o de otras formas de aprovechamiento productivo.

Existe una parte importante de la propuesta, para traducirse en acciones concretas para contar con bosques municipales. Esta propuesta se deriva de la certeza de que los Municipios deberían de contar con áreas forestales de alta relevancia para mantener su salud ecológica. Por ello, anticipo la necesidad de revisar una vez más el marco legal forestal, y de que las acciones de cada uno de los municipios y del Gobierno del Estado, contribuyan en forma equilibrada, a contar con los mecanismos de preservación ecológica a largo plazo. Asimismo, los ejidos podrían contar con predios individuales, con porciones que podrían utilizar en forma privada, para ser dedicados a actividades productivas, incluyendo la compraventa.

Si logramos confluir los intereses de los diferentes sectores de la sociedad, teniendo en mente la conservación ecológica a largo plazo, estaremos en mejores condiciones para alcanzar la sustentabilidad, donde el tema de la solución al problema de la pobreza ocupa un lugar preponderante.




Notas
Ensayo publicado el 12 de diciembre de 2001 en el periódico Por Esto! de Quintana Roo.

miércoles, enero 11, 2006

Ecología Política: Ecología Agraria: Primera Tesis

Ecología Política: Ecología agraria: primera tesis
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




¿HASTA DÓNDE SE EXTIENDE EL DERECHO AGRARIO DENTRO DEL TERRENO AMBIENTAL? ¿Hasta dónde tiene derecho un ambientalista para reclamar acerca del tipo de tenencia de la tierra? ¿La propiedad privada de la tierra excluye consideraciones ambientales? ¿Un ejido tiene derecho a lotificarse en predios individuales y privados aún cuando se trate de un área protegida? ¿Cuál es la diferencia entre un Plan de Ordenamiento Ecológico y un Plan de Manejo? ¿Cuál es el papel e injerencia municipal en este escenario?




Estas son algunas de las preguntas que en el ámbito agrario surgen y que es necesario tener en claro para emitir una correcta política hacia un desarrollo sustentable. Siendo México un país con profundas raíces agraristas, la interacción de la tenencia de la tierra con la normatividad ambiental es fundamental para lograr una efectiva conservación de los recursos naturales, apoyando a los poseedores de la tierra en una estrategia para incrementar la calidad de vida.

Iniciemos este espinoso, complejo y estratégico tema diciendo que la mayor parte de la interacción entre el derecho agrario y ambiental se refiere a cuatro circunstancias principalmente: a) cuando se establece una declaratoria de áreas naturales protegidas, b) cuando se trata de solicitudes de cambio de uso del suelo, c) cuando se discute en referencia a planes de ordenamiento ecológico, d) cuando se trata de cambio de tipo de tenencia de la tierra en terrenos ejidales. Evidentemente la cobertura de estos temas es de primordial importancia para Quintana Roo, un Estado cuya principal actividad productiva es el turismo, y que se caracteriza por un elevado porcentaje de tierras ejidales. Por ello, inicio con este artículo una serie dedicada a este gran tema, de alta relevancia para el desarrollo estatal, y enfoca al turismo y tenencia de la tierra.

Primera tesis: El desarrollo turístico requiere el contar con una tenencia de la tierra de tipo privado. En la mayoría de los casos, las restricciones ambientales tienen un marco de aplicación independiente del tipo de tenencia de la tierra.

Como se observa, esta tesis excluye la actividad empresarial ejidal del turismo. Aunque evidentemente pueden existir empresas ejidales cuya motivación es el turismo, pienso que difícilmente un desarrollo turístico se puede consolidar cuando las empresas del ramo dependen de la decisión de una Asamblea Ejidal. El poder de esta asamblea es de enormes proporciones, pudiendo mostrar cambios diametralmente opuestos entre administraciones consecutivas de autoridades ejidales. Un ejemplo de ello se dio hace relativamente pocos meses, en Baja California, donde el ejido expulsó a desarrolladores norteamericanos de terrenos ejidales, a pesar de que estos últimos habían comprado “derechos ejidales” para establecer sus condominios. De igual manera, difícilmente podríamos visualizar el desarrollo de Cancún, por ejemplo, si la zona hotelera hubiera sido parte de la dotación del ejido Alfredo V. Bonfil o de Leona Vicario.

Esta situación es real y vigente, como se observa en el dilema y conflicto de Holbox, donde el terreno que tiene vocación turística es parte de la dotación del ejido Holbox, y en donde se requiere urgentemente el cambio de tipo de tenencia de la tierra como condición para consolidar un desarrollo turístico. Si a esto le añadimos que Holbox es también parte de una reserva ecológica, vemos que se requiere de la integración de varias opiniones que deben confluir en armonía para lograr objetivos palpables en materia ambiental, de desarrollo turístico, y de tenencia de la tierra.

Otras actividades pudieran considerar un tipo de tenencia comunal, tal y como se plantea a partir de la Revolución Mexicana, con demandas de tipo agrario alrededor de la agricultura y la ganadería. También vemos casos exitosos de manejo comunal del bosque, en el caso de los ejidos forestales de la zona maya. Sin embargo, para el caso de un desarrollo turístico en particular, anticipo conflictos cuando el desarrollo planteado no cuenta con la tenencia de la tierra en forma particular, correctamente escriturada. Esto implica también una participación directa del municipio tanto en términos de responsabilidades como de aprovisionamiento de servicios requeridos para el desarrollo del turismo.

A raíz de la definición del desarrollo del turismo, se requerirá con mayor intensidad, un ordenamiento de la tenencia de la tierra en aquellas áreas donde no exista claridad o donde exista propiedad de tipo comunal. Desde una perspectiva ambiental, las regulaciones son aplicables independientemente del tipo de tenencia de la tierra. Sin embargo, existen procedimientos ambientales que afectan efectivamente la tenencia de la tierra, particularmente cuando se trata de terrenos nacionales y áreas naturales protegidas de tipo federal. En estos casos, los terrenos automáticamente son incorporados a los esquemas de protección del área natural y forman parte del patrimonio del área decretada.

En Quintana Roo podemos anticipar que para los casos de los municipios de Isla Mujeres, Lázaro Cárdenas, Othón P. Blanco y Felipe Carrillo Puerto, la correcta definición de la tenencia, con la actualización en el tipo de sistema de tenencia para articularlo con esquemas de desarrollo turístico, será una tarea urgente para los próximos años. La oferta turística estatal se vería beneficiada de estas medidas, así como de una mayor estabilidad y perspectivas de beneficio para cada uno de los municipios.



Notas
Ensayo escrito el 11 de diciembre de 2001
Publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo, México.
La isla de Holbox, al norte de Quintana Roo, es parte del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam.

martes, enero 10, 2006

Ecología Política: Un partido político ecologista en Cancún

Ecología Política: Cancún verde
Daniel Navarro
danielnavarro
México
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DE FORMA INESPERADA, EL TRIUNFO DEL PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO ocupa la Presidencia Municipal de Benito Juárez, el municipio de mayor trascendencia y relevancia económica en el Estado de Quintana Roo, para el período que inició el 10 de abril de 2002 y que definirá por tres años el rumbo de este espacio nacional. En principio, es dable pensar que el triunfo de los colores de un partido ecologista necesariamente implicaría la instalación de un planteamiento filosófico y de administración pública basado en premisas ecologistas para Benito Juárez. Sin embargo, ¿cómo es que aquellas iniciativas ecologistas que parten de 1970, con severos cuestionamientos al gobierno y a la empresa, han dado lugar a estructuras partidistas formales?



Me atrevería a sugerir que la causa ecologista ha derivado en una perspectiva mayor que la que se supuso en un principio, y que no solo es mayor, sino que se ha diversificado en muchas formas y se ha incorporado a otras causas de la sociedad civil. La causa ecologista se apartó de un patrón, ya que según opinión de algunos expertos en sociología, la cuestión ambiental seguiría un patrón altamente predecible de asuntos de alta carga emocional.

Este patrón es el siguiente:
Posterior al descubrimiento de eventos de alarma ambiental, 1) se implementarían medidas de remedio y mitigación, 2) a través de las instancias normativas correspondientes. 3) Las instancias gubernamentales y empresariales involucradas en estos eventos, reaccionarían para ya sea satisfacer, frustrar, mediatizar o dirigir esta opinión pública, desproveyéndola del explosivo potencial político. 4) Una vez en este estado inocuo, manos elitistas podrían manejar la agenda ambiental, 5) mediatizándola, con el consiguiente declive en importancia social, 6) donde otros asuntos de mayor explosividad o urgencia, ocuparían las planas de los periódicos, 7) obscureciendo totalmente la temática ambiental dentro del escenario político nacional.

Sin embargo, no ocurrió de esa manera. Como hemos visto en la secuencia de estas contribuciones, la cuestión ambiental se derivó como un árbol, en muchas ramificaciones, y también dio lugar a la lucha partidista. Con ello, el denominado Partido Verde Ecologista de México surge como una opción dentro del escenario partidista nacional. ¿Oportunismo verde? ¿Mediatización del movimiento ecologista? Estas dos grandes interrogantes continúan hasta el día de hoy.

Inicialmente como alternativa política, el PVEM surge en el seno de una familia dedicada a la construcción de obra civil. Asimismo, los planteamientos ecologistas del inicio del Partido Verde incluyeron conceptos y luchas que trataron de conformar una política ecologista propia. De este modo, se incluyeron aspectos nodales en la agenda temprana del PVEM tales como la lucha por los derechos indígenas y la contaminación atmosférica en la ciudad de México.

Todavía adoleciendo de aquellos problemas derivados de su gestación familiar partidista, el PVEM no había crecido tanto en representatividad a nivel nacional, por lo que el triunfo electoral en Benito Juárez podría catalogarse como un éxito sin precedentes. El MVZ Juan Ignacio García Zalvidea, ocupa el cargo de Presidente Municipal por el PVEM en Benito Juárez, con cabecera en Cancún.

De indudable trascendencia, la agenda de trabajo que presente el Presidente Municipal será motivo de análisis escrupuloso. Sin lugar a dudas, la victoria en Cancún fortalece al Partido Verde, pero este fortalecimiento tendrá su costo, por lo que la sociedad le exigirá acciones reales, sinceras, inmediatas, justas, y sustentables, en materia ambiental. Varios elementos de su equipo deberán aprender a trabajar a marchas forzadas. La tarea no es fácil.

Pero siendo estrictamente justos, el triunfo en Cancún difícilmente puede considerarse una victoria partidista debido a los escasos antecedentes del candidato dentro de la trayectoria ecologista o del partido mismo. La reborujada historia electoral tuvo ese final independiente de las luchas ecologistas y durante todo el proceso, la lucha electoral y la lucha ecologista mantuvieron trayectorias separadas.

Debido a que la toma de posesión del Partido Verde Ecologista de México tiene apenas 15 días desde que ocupó la silla municipal en Benito Juárez, es demasiado prematuro el observar resultados o cambios dentro de la perspectiva ambiental. Sin embargo, a nivel de planteamiento filosófico, y de planeación municipal, considero que la agenda de un partido ecologista para Cancún podría reunir los elementos para incorporar las preocupaciones ambientalistas dentro de una agenda de trabajo política, de amplia cobertura, y con elementos de sustentabilidad como columna vertebral.

Asimismo, si el PVEM en Cancún es capaz de incorporar la bandera ecologista, conteniendo y resolviendo las demandas de los grupos civiles interesados en contar con evidencias de adecuado manejo de recursos naturales, entonces las perspectivas de solución de esta agenda ambiental quizás contaría con el apoyo de estos grupos ambientalistas que hasta el momento, se han mantenido al margen de la maniobra gubernamental.

Es menester mantener presente que los grupos ambientalistas han mantenido su línea de trabajo como organizaciones no gubernamentales, por lo que su acercamiento potencial con las iniciativas municipales, en el caso de las iniciativas que pudiere presentar un partido ecologista como el Verde en Cancún, tendrían que estar perfectamente estructuradas con un ánimo de coincidencia de intereses y modos de acción.

Por ello pienso que la bandera ecologista seguirá en férrea posesión de las manos luchadoras ambientalistas, independientemente de las siglas ecologistas del partido político que en estos momentos se encuentra al mando del municipio Benito Juárez.
La doble tarea de aprender a gobernar y a incorporar la visión ecologista es sumamente ardua. Pero existe el potencial de confluir iniciativas ciudadanas, ecologistas, ambientalistas, dentro de las manifestaciones en obra y actuación pública en Cancún. Esta idea de concordia, colaboración, trabajo mutuo e integracionista, traería profundas transformaciones que podrían beneficiar a Cancún y a la Entidad en su totalidad. En caso contrario, el color y el título de ecologista serán solamente palabras vanas y aspiraciones individualistas de poder partidista, como muchos otros casos.

El actual Presidente Municipal no sólo podría ser el artífice de un gran fracaso o de un gran triunfo del PVEM en Cancún. Más importante que esto, su buena o mala experiencia, su buen o mal desempeño tendrán consecuencias para un centro turístico internacional donde las tendencias del deterioro ambiental son evidentes: veremos las acciones.





Notas
El ensayo fue publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo. Escrito el 20 de abril de 2002. El ensayo fue escrito cuando el partido ecologista tenía apenas 10 días. Antes de que ocupara el partido ecologista la presidencia municipal, las autoridades habían pertenecido al Partido Revolucionacio Institucional. La duración del período es de tres años y terminó el 1 de abril de 2005. Escribí un ensayo cuando el período ecologista terminó su período, en el cual se realiza un balance. Aparecerá posteriormente en el blog.

lunes, enero 09, 2006

Ecología Política: La Caja de Pandora

Ecología Política: La caja de Pandora
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com




HERENCIA DE LA SITUACIÓN MUNDIAL DE CAMBIO DERIVADA DE 1968, condimentada con un resabio hippie, la cultura ambientalista empezó a gestarse en México en imitación a las luchas contra el Establishment que se dieron en países del denominado primer mundo.



A partir de 1970 se empezó a cuestionar en forma cada vez más severa, la filosofía decimonónica imperante que estaba convencida de que la sociedad y la humanidad se encuentran en un estado de avance inexorable en una dirección positiva, empujadas por el avance del conocimiento y con base en las herramientas tecnológicas y cambio cultural de adaptación a estas evidentes mejoras. A nivel mundial, la rebeldía intelectual cuestionó, primero en forma descoordinada y sin demasiados elementos, los notables incrementos en niveles de contaminación, así como la visible pérdida de la cobertura forestal en gran parte del planeta.

Los ecologistas fueron la vanguardia de estas reflexiones. Gracias a los contestatarios ecologistas, la sociedad en su conjunto se maravilló y a la vez se horrorizó con el descubrimiento y apertura de una caja de Pandora moderna. Los grupos ecologistas, cuando nacieron, hicieron una enorme contribución a la sociedad porque vieron con lucidez --o al menos desde una óptica diferente--, lo que había sido cubierto por los laureles de humo del triunfo tecnológico. Poco a poco se demostró que nuevos monstruos habían aparecido, nuevas criaturas terroríficas producto de nuestra propia acción a través de la historia. Los ambientalistas los identificaron claramente y por vez primera en nuestro horizonte. El triunfalismo tecnológico tenía una enorme cola que los ecologistas inmediatamente pisaron.

La causa pronto encontró eco en algunos sectores altruistas. También la lucha ecologista ingresó a las frases de alta mercadotecnia: “Corre, Rinoceronte, Corre: La Extinción es Para Siempre” era el eslogan del World Wildlife Fund, y grandes agencias financieras y de donativos voltearon hacia el nuevo mundo de la conservación ecológica. Sin embargo, aún era importante el encontrar las bases sólidas para fundamentar y validar esta nueva visión ambiental.

Se conformaron las ciencias ambientales dentro de las escuelas pero curiosamente no tanto como una derivación de las ciencias ecológicas o del área humanística, sino dentro del área de ingeniería. Sin embargo, las ciencias ambientales poco a poco fueron avanzando en el estudio de estos nuevos fenómenos descubiertos originalmente por cuestionamientos de los grupos no gubernamentales con poca preparación académica en el reciente campo. Era justo el momento para la presentación en sociedad de las ciencias ambientales.

Dentro de los trabajos de la nueva camada de científicos a nivel mundial, un aspecto me parece el adecuado para resaltarlo en el contexto de esta contribución, y a continuación lo narro brevemente porque encierra una lección de actualidad para nuestra sociedad. Este avance importante en el abrir de esta caja de Pandora fue el trabajo del científico Mario Molina, quien gana junto con sus colegas el Premio Nóbel de Química para los Estados Unidos.

El Dr. Molina es egresado de la Facultad de Química de la UNAM y ante la falta de estímulos en México, emigró a Estados Unidos y adquirió la ciudadanía de ese país. Su aguda observación, al estar estudiando los gases conocidos como cloro-fluoro-carbonos (CFC) de amplia utilización en sistemas de refrigeración, fue el preguntarse en dónde están estos gases después de décadas de utilización. Tras una intensa búsqueda, el Dr. Molina encontró estos gases en las capas superiores de la atmósfera terrestre, en la tropósfera. Nada más imagínese Usted al Dr. Molina empeñado en buscar unos gases en la mar de aire que es nuestra atmósfera. Seguramente todos pensarían que este científico estaba loco en su empresa sin fin y sin utilidad.

Al encontrar los CFC en las capas superiores de la atmósfera, y al conocerse la reactividad de estos gases con otro gas presente en esas altitudes, el ozono, entonces el Dr. Mario Molina predijo por primera vez en el mundo una advertencia catastrófica de nivel planetario: la existencia de agujeros de ozono. Ahora el Dr. Molina no sólo buscaba unos gases que emanan de los refrigeradores sino que se planteaba la existencia de unos agujeros en la atmósfera.
¿Se encontraron esos agujeros que la visión de Molina había adivinado?

El mundo científico se volcó en esa loca búsqueda. Los análisis demostraron en forma fehaciente que esos agujeros existen y que han sido formados en nuestro tiempo, derivados de nuestra acción como cultura, y con consecuencias planetarias. Mario Molina ganó el Premio Nobel y con sus predicciones basadas en los más rigurosos métodos científicos, había demostrado que aquellas terribles predicciones de globalización en el deterioro ambiental, tienen una base real y que son enteramente posibles. Amenazadoras, y de consecuencias todavía no claramente entendidas en su totalidad.

Existe una lección, una moraleja de alta relevancia en esta analogía de Pandora. A final de cuentas, creo que independientemente de la labor de Mario Molina como científico, la existencia de los agujeros negros tiene una enorme relevancia para el futuro de la humanidad a largo plazo. Su trabajo como académico fue el de reconocer el problema, identificarlo, realizar predicciones y buscar incansablemente la solución a los problemas.

En Cancún, como en todos los centros urbanos, tenemos nuestras propias cajas de Pandora. Una de estas cajas es la del así denominado Relleno Sanitario. Se ha alertado en forma reiterada, el enorme riesgo de contaminación y que amenazaría el futuro del destino turístico. El problema de la basura en Cancún, así como otros temas ambientales de gran relevancia, requieren de esta filosofía de Mario Molina donde la intensa búsqueda de contaminantes en sitios adecuados, realizada por personas interesadas en descubrir la verdad de los procesos de contaminación quizás permita el detectar el nivel real del problema, y de ese modo, elaborar las mejores estrategias para la solución.

La raíz del problema no se centra en una deuda pública municipal. Ver el asunto de la basura en Cancún como un caso administrativo o como un pleito legal por adeudos, es reducirlo a su más mínima expresión y se me ocurre que es como poner un poco de lodo en la boca del géiser. Es preciso señalar que debido a su relevancia regional, este tema requiere desde mi perspectiva, de una activa participación tanto del Gobierno Estatal como Federal. Lo que está en juego es el destino turístico y la participación de dos municipios requeriría necesariamente la participación de estas entidades de gobierno.

La genuina preocupación expresada por la población de Cancún e Isla Mujeres, interesada en salvaguardar su patrimonio turístico y ecológico es una razón de suficiente peso como para examinar el problema de la contaminación en su debida dimensión y por ende, como para replantear el problema de la basura en Cancún en su totalidad.




Notas
Original publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo, 19 abril de 2002.

domingo, enero 08, 2006

Ecología Política: Los Ambientalistas

Ecología Política: los ambientalistas
Daniel Navarro
danielnavarro
México
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LA FUERZA DE LOS GRUPOS ECOLOGISTAS se convirtió en una herramienta no sólo de cuestionamiento sino de reflexión política, incidiendo principalmente sobre los modelos de organización económica y de apropiación de los recursos naturales. Al avanzar intelectualmente, la ecología política reflexionaba sobre aspectos básicos de la sociedad tales como Pobreza, Justicia y del tipo de desarrollo deseable para un país independientemente de su filiación política o estructura de gobierno.



Esta fuerza que se empezó a consolidarse a partir de 1970 --año al que identifico como el inicio de esta temática de ecología política--, fue de carácter mundial y tuvo impacto sobre los presidentes de casi todos los países del planeta Tierra.

El movimiento ambientalista fue terreno fecundo para la creatividad de las luchas internacionales por el medio ambiente patente en la forma de trabajo arriesgadas y dignas de admiración. En este contexto viene a mi mente la imagen aquella de una pequeña embarcación de Greenpeace enfrentando en medio de un mar tormentoso, a un enorme barco ballenero japonés: una representación marina y moderna de David protegiendo a las ballenas contra un Goliat ávido de ganancias económicas inmediatas sin reparo del futuro. Imposible no admirar a Greenpeace. Imposible permanecer impasible.

En México se forjó una historia equivalente. A nivel filosófico, Enrique Leff organizaba por el año de 1976, por medio de la Sociedad Mexicana de Epistemología, una impactante reunión sobre el ecodesarrollo. De igual forma y con gran sentido del honor, el Grupo de los 100 en nuestro país tuvo un destacado papel como lumbrera intelectual en el análisis ambiental. Pocos al principio, pero los nuevos científicos expertos en ecología, sensibles a las demandas de su tiempo, también empezaron a forjar una valiosa tradición.

A partir de los trabajos visionarios de Hernández X, los nombres de científicos mexicanos como José Sarukhán, Jerzy Rzedowski, Gonzalo Halffter y Arturo Gómez Pompa, proporcionaron los números, los conteos, los nombres científicos, el conjunto de elementos de la academia que eran fundamentales para el desarrollo de las ciencias ambientales.

En Quintana Roo, los ecologistas se aglutinaron en varias instancias, dentro de las cuales destaca en forma notable el Grupo Ecologista del Mayab, tanto por su perseverancia como por su amplia y sorprendente trayectoria, y el nombre de Araceli Domínguez es sinónimo de lucha ecologista. Otros grupos ecologistas de gran relevancia son el Centro Ecológico de Akumal, el grupo de investigación de cenotes, y la asociación Ya’ax ché. En mi óptica, la trayectoria de Carlos Meade, primero en Radio Caribe y posteriormente en el ala ecologista, lo convirtió también en pilar de fuerza ecologista en Quintana Roo.

Pero todos estos grupos ecologistas, grupos de científicos, políticos, de habla española, inglesa, francesa, y de todas las creencias religiosas, de orientación espiritualista, izquierdista, corporativista, empresarial, todos los elementos involucrados necesitaban una palabra de uso común, una moneda de cambio. Esa palabra, ese concepto fue el de Desarrollo Sustentable.

En una hazaña sin precedentes, el movimiento ecologista mundial propició la Cumbre de Río de Janeiro para ser llevada a cabo en 1992. Esto significó que la agenda para el medio ambiente debería ser parte de todos y cada uno de los países que conforman el planeta que vivimos. Significó una victoria para las no siempre calladas luchas de ambientalistas honestos que pelearon por un mundo mejor.

La cumbre de Río representó un enorme avance dentro de la ecología política ya que se erigió el concepto de Desarrollo Sustentable como moneda de cambio, como paradigma filosófico, formulado como un concepto amplio, incluyente, socialmente válido independientemente del sistema político y técnicamente tratable. La definición de sustentabilidad y la filosofía de la Cumbre incluyeron por primera vez los conceptos de Pobreza, Justicia, Igualdad, Género, dentro de las preocupaciones ambientalistas.

Gracias a este concepto, los grupos ecologistas podrían tener un marco de referencia que se convertiría en el arma legal, conjuntamente con los acuerdos de Río, como para exigir a las autoridades acerca de las limitaciones, desviaciones, irregularidades, en los procesos relacionados con políticas públicas. Por ello, la lucha de los ecologistas de Cozumel en 1995 y 1996, referente a la construcción de un muelle, derivó en una intensa lucha política y legal, sin precedentes en la historia de México. En esa historia, la voz y el liderazgo de una abogada, una mujer de enorme valentía, contribuiría en una importante conquista de espacios en la protección ecológica y en el concepto normativo existente en esos años.

Asimismo, la lucha ecologista por Xcacel, con el honroso y ferviente liderazgo de Araceli Domínguez, logró el hecho también sin precedentes de revertir una autorización ya emitida por el Gobierno Federal, para un polémico desarrollo turístico. La Ecología Política se encuentra profundamente arraigada, tiene su historia y tradición de mucha movilidad, de mucha reflexión, en Quintana Roo.

En ocasiones, la lucha ambientalista ha tenido éxito, particularmente cuando se logra la creación de una área natural protegida, tal y como es el caso de Cozumel. En otros casos, la creación de una área protegida identifica espacios que dan lugar a grupos ecologistas o ambientalistas, como es el caso de Protortuga, con Julio Juárez, y el de los Amigos del Manatí, que opera en Chetumal bajo la batuta de Adriana Yoloxóchitl Olivera.

En general, salvo unas curiosas excepciones, los grupos ambientalistas operan bajo el formato de Asociación Civil, que es el formato de organización sin fines de lucro que contempla la sociedad mexicana, y que es el equivalente a las Organizaciones No Gubernamentales que se encuentran en prácticamente todos los rincones del planeta.

A nivel mundial, los espacios ambientalistas continúan diversificándose, efectuando alianzas, proponiendo esquemas de trabajo, coincidiendo con aquellos grupos dedicados a la educación ambiental, con grupos de acción política para las denominadas minorías, con grupos de la sociedad que se generan como respuesta ante una estructura de gobierno que avanza con pasos inciertos o con grupos cuya dirección mira hacia otros horizontes, como los denominados globalifóbicos.

Estos años de Ecología Política que se iniciaron en 1970, contienen una multitud de elementos e ideales vivientes, personajes que continúan promoviendo una sociedad más justa, en un escenario que ciertamente en mayor proporción, incorpora y trata de resolver preocupaciones de índole ambientalista, pero en la medida en que estas demandas no son resueltas, en que los espacios para la participación continúen cerrados o sean campos minados, los grupos ambientalistas, invento de la sociedad de los últimos treinta años, seguirán vigentes.




Notas
El ensayo apareció publicado el 18 de abril de 2002 en el Periódico Por Esto! de Quintana Roo, México.

sábado, enero 07, 2006

Ecología Política: El Inicio: El caso de México

Ecología Política: el inicio: El caso de México
Daniel Navarro
danielnavarroMéxico
c_mejicanos@yahoo.co,




HACIA 1974, el destacado ensayista, dramatista, traductor, novelista y poeta alemán Hans Magnus Enzensberger publicó un ensayo seminal, fundamental en muchos aspectos, particularmente porque desde una perspectiva social, analizaba la ecología en un ensayo titulado precisamente “Crítica de la Ecología Política”. En ese documento, un verdadero tubo de ensaye escrito desde una óptica claramente marxista, Enzensberger analizaba la historia de la ecología desde el concepto acuñado por Ernst Haeckel, y lo acarreaba en rápidos brochazos a través de la historia, con detalles importantes sobre la contaminación en Inglaterra, la teoría de Malthus, y el futuro de la humanidad en una sociedad consumista y de alto despilfarro de los recursos naturales.



Si existiera la forma de establecer el inicio del pensamiento y acción moderna de la Ecología Política, yo seleccionaría tres documentos como aquellos que marcan la línea a partir de la cual se inicia un debate extraordinario sobre los grandes temas de la ecología política actual a nivel mundial.

Esta idea de ecología política se deriva básicamente de conceptos de economía y de crecimiento poblacional. El primer documento ha sido identificado ya: el trabajo de Enzensberger. Los otros dos documentos lo constituyen el libro Los Límites al Crecimiento, publicado por el Massachussets Institute of Technology, y las correspondientes respuestas críticas de Paul y Anne Ehrlich, actualmente en la Universidad de Stanford. Estas publicaciones de inicios de los años setenta fueron basadas en las siempre escrupulosas estadísticas inglesas de mortalidad, para proporcionar un esquema coherente donde por primera vez se acercaron conceptos ecológicos con aquellos otros conceptos fundamentales de nuestra sociedad tales como Justicia, Desarrollo o bien Igualdad de Género.

El avance de la ecología política alcanzó un nivel efervescente que se reflejó en cumbres mundiales, hasta alcanzar la unificación del concepto de desarrollo sustentable. La sustentabilidad se convirtió en un concepto global, integral, con una sólida base ambiental, y con requisitos inamovibles que no son función de la estructura política o económica de la sociedad. Esto significa que en mi modo de pensar, la ecología política formal, donde se analizan claramente los conceptos ecológicos surge desde fines de los años sesenta y se abre claramente como una disciplina, filosofía y modo político a partir de 1970.

Se podría argumentar que la ecología humana tiene muchos más años de estar vigente, y que ha habido intentos históricos por parte de otros académicos destacados quienes vertieron visiones importantes sobre este tema que ahora identificamos como ecología política. Es evidente que otros pensadores en forma individual emitieron importantes conceptos y opiniones en torno al actuar de una sociedad en referencia al entorno. De estos, es posible destacar a Alejandro de Humboldt, quien en México identificó importantes diferencias entre la cultura azteca floreciente entre los humedales de Texcoco contra la visión impuesta de los vencedores para una ciudad de México sin tanta agua en la superficie.

También podría argumentarse que la ecología humana tiene mucho tiempo de estar circulando en el ámbito social, particularmente a partir de los planteamientos filosóficos de la tradición alemana del pensamiento anti-mecanístico, por lo que este concepto de ecología humana se ampliaba para permitir concebir a la humanidad como una constitución cultural y al mismo tiempo ser participantes creativos y dinámicos de una cambiante naturaleza. La base filosófica de estos conceptos se encuentra en Hegel y su pensamiento dialéctico.

Pero estos escritores, filósofos, políticos y humanistas, tan inteligentes como lo fueron, no lograron despertar ni encabezar una corriente social que se desparramaría al interior por todo un país, ni a través de muchos países en forma como la observada a partir de 1970.

Sobre una base técnica sumamente precaria, los incipientes ecologistas sustentaron acres críticas a políticas públicas, identificando modos de actuar gubernamentales que dilapidaban recursos naturales. Pero la respuesta del sector gubernamental no era ni en el tiempo esperado ni en la calidad de las respuestas que le eran requeridas. Por ello, la sociedad empezó a abrir caminos propios para encontrar la salida. Es entonces que la sociedad empezó a cuestionar sobre bases ecológicas, a una multitud de políticas públicas, generando con ello una arena política cada vez más identificada con mayor claridad.

En el quid del quiebre de la ecología con su ascendencia puramente científica, se le exigió a una ciencia (que no estaba preparada para actuar en el terreno político), que se emitieran juicios técnicos en contraposición a políticas nacionales o regionales. La gran mayoría de los especialistas en ecología no pudieron responder al llamado de la sociedad en la forma que ésta lo demandaba. El argumento era que la ciencia era una disciplina basada en experimentos, hipótesis, y comprobaciones exhaustivas, lo que era extremadamente difícil y complejo de realizar en una gran cantidad de casos que eran cuestionados por la sociedad civil movilizada en torno a estos problemas. Una forma de verlo es que en aquel entonces se le pidieron peras al olmo.

Los científicos dedicados a la ecología mantuvieron su nombre como “ecólogos” y en contraste, aquellos interesados en cambiar de terreno y de entrar a los cuestionamientos sociales, con la fuerza política del original desprendimiento y rebeldía, fueron denominados y portaron con orgullo este membrete: “ecologistas”.

En estos treinta y dos años, la ecología se tornó política, y se tuvo que conformar un rápido ajuste en el modo de actuar y en los procedimientos específicos requeridos por las respectivas autoridades. Concomitantemente, la falta de respuestas del sector gubernamentales forzó la generación de una nueva camada de abogados especialistas en derecho ambiental, camada que todavía no termina de conformarse aún hoy en la actualidad.

El empuje, el arraigo y la fuerza política de este movimiento originalmente ecologista y posteriormente derivado en movimientos ambientalistas, también dio lugar a la conformación de un nuevo modo de lucha ecologista: la conformación de partidos políticos verdes, donde surgen como filosofía central una serie de principios ecologistas. Este modo de actuar se origina en Europa y se traslada a una gran cantidad de países.

Estos treinta y dos años han sido fundamentales en el desarrollo de una filosofía y un análisis que ha avanzado substancialmente de aquel manuscrito de Hans Magnus Enzensberger. La cuestión ambiental se ha tornado profundamente política, en una rama de nuestro quehacer humano que es preciso entender. Esta evolución en el pensamiento ecologista se ha derivado no solo en movimientos ambientalistas, en un giro que no sólo es semántico, sino que tiene una base filosófica que es digna de análisis. Hasta llegar al momento actual donde Sustentabilidad, Justicia, Pobreza, Catástrofe, Equilibrio, Impacto Ambiental, son parte del diccionario de la Ecología Política.



Notas
El ensayo apareció publicado en el periódico Por Esto! de Quintana Roo. 17 abril, 2002.

Acerca de mí

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Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.


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