Ensayos sobre Ecología y Medio Ambiente

lunes, enero 23, 2006

Ecología Política: El mes del Minotauro

El Mes del Minotauro
Daniel Navarro
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En una breve historia, dentro de las geniales y profundas revelaciones de Jorge Luis Borges, titulada "La casa de Asterión" e incluida en El Aleph, el personaje del Minotauro cobra vida en su laberinto y lo recorre. En este laberinto penetran los hombres, “Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras” -dice el minotauro.




El personaje y el escritor son uno, en mi opinión, y reflejan en gran medida también la historia actual, de grandes encrucijadas a las que nos vemos arrastrados, de incógnitas que nos relacionan indisolublemente, de paradojas que nos obligan a la reflexión. Hace un mes había yo utilizado el título del Minotauro, para reflejar el laberinto al que nos dirigíamos en referencia al tema del ántrax. La intención era expresar las grandes dudas y la gravedad del asunto que representaba la posible amenaza de una guerra biológica desplegándose ante nuestros ojos. Analizamos los datos disponibles al inicio de los artículos de opinión que publicamos previamente. Le hemos dado seguimiento a este tema y nos encontramos que a partir del 5 de octubre de 2001, hasta hoy en que envío esta nota, cinco de noviembre, ha transcurrido un mes desde que el fallecimiento de una persona encendiera un cronómetro muy peculiar. La noticia del deceso por ántrax del Sr. Stevens de Florida corrió como reguero de pólvora, y generó una conducta social y una respuesta política y económica de enormes dimensiones, tanto en los Estados Unidos como en otras partes del planeta.

Hoy que vemos e intentamos escribir un balance de este mes que ha transcurrido, nos damos cuenta que se iniciaba el Mes del Minotauro, porque hemos entrado a un laberinto del cual tenemos que recoger indicios, reconocer territorios distantes y ajenos, entender idiomas que parecieran fuera de este mundo. Así percibo este tiempo, este mes de ántrax que ha producido una docena de muertos cuyas caídas, más que sus nombres, han tenido resonancia mundial.

En este mes se nos revelaron actividades secretas de terrorismo biológico. Supimos que en una isla de Kazakstán existe un cementerio de ántrax. A cuentagotas y en pedazos sabemos ahora la gran cantidad de recursos financieros invertidos en la generación de ántrax en condiciones de laboratorio para ser utilizado con fines militares. Así se generó el nombre de las cepas, una de las cuales ha trascendido mucho más que lo que hubieran podido desear sus inventores: la mortífera cepa de ántrax de Ames, en el Estado de Iowa. Evidentemente, la creación de una arma letal requiere también del antídoto, de la solución para ser inmune a esa arma, y entonces la gran inversión en la genética de las bacterias letales, de nuestro propio genoma humano, tienen sentido en este esquema desarrollado por las grandes potencias de nuestro planeta.

En este mes surgió una nueva geografía y un nuevo léxico bacteriológico y genético a nivel de masas. La farmacología emergió como cabeza de medusa, con sus múltiples implicaciones y tentáculos, a la par que las enormes respuestas dispares, confusas, divergentes, de las naciones y de las patentes. Esta geografía inicialmente se trató de ligar a la geografía derivada del ataque a Nueva York, el día 11 de septiembre cuando las Torres Gemelas se derrumbaron ante nuestros propios ojos. A partir de ese día once, se visualizó el inicio de una guerra que no ha terminado y en donde por razonamientos nunca claramente explicados, nunca claramente entendidos, nunca claramente justificados, nunca claramente aceptados, Estados Unidos inició lo único que nos ha quedado claro: una venganza en contra de un sistema político religioso que nos es ajeno, que no entendemos, y que persiste hasta el día de hoy.

Estamos en el laberinto dentro del laberinto, recorremos sus callejones y como en la visión de Borges, los muertos nos permiten reconocer una galería de otras. Al inicio, las noticias sobre el ántrax enviado por correo provocaron un estado de ansiedad entre los habitantes de los Estados Unidos. Han caído seis objetivos que no sabemos fueron producto de “disparos en la obscuridad”, por así decirlo, o bien, fueron cuidadosamente seleccionados en el universo de receptores al ataques con ántrax. Sabemos de forma preliminar que el ántrax no se ha generalizado entre otros países, al menos hasta este momento. Finalmente sabemos también que el cañonazo oficial de un millón de dólares no ha surtido ningún efecto sobre la fuente de emisión de correo contaminado por esta bacteria. Una añeja verdad que prevalece y se rejuvenece: No todo lo compra el dinero.

En mi opinión, podemos desprender una lección fundamental en este tiempo transcurrido: frente a una eventual guerra con armas bacteriológicas, el nivel de vulnerabilidad de un país es en extremo elevado. Así se trate de los Estados Unidos o de la Gran Bretaña, países con fuertes intereses en el tema guerrero internacional, se ha manifestado en este mes una profunda debilidad y desorganización interna. Si esto sucede en países beligerantes, preparados en el ámbito científico y militar, no quiero pensar en el resto de los países que somos espectadores de esta arena internacional.

En este momento nos encontramos sin respuestas ante los sucesos del ántrax, pero desde hace un mes se había encontrado a la cepa norteamericana como la causante de los decesos. Esta teoría se mantiene hasta el día de hoy. Las certidumbres son algunas, pero las incógnitas son abrumadoras tanto en número como en repercusiones.

Inicia otro mes, en donde veremos el uso del dióxido de cloro con mayor frecuencia en las normas antisépticas urbanas, y en donde el fantasma de la viruela andará rondando por los bosques obscuros de nuestras ciudades. Me pregunto si habrá personas interesadas en exhumar pesadillas medievales en estos tiempos del nuevo milenio. ¿Cuántas personas inocentes caerán presa de este desenfreno, de estas venganzas, de estos improperios contra la propia humanidad?

En la historia de Borges, al minotauro sabedor de su morada, le es revelado su destino por boca de una de sus víctimas. Sabe que algún día llegará su fin y se pregunta sobre su vencedor: “¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?”





Notas
Escrito en noviembre de 2001. Publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.

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Acerca de mí

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Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.


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