Ensayos sobre Ecología y Medio Ambiente

martes, enero 17, 2006

Ecología Política: Ecología Agraria y la Tragedia de los Comunes

Ecología Política: Ecología agraria y la tragedia de los comunes
Daniel Navarro
danielnavarro
México
c_mejicanos@yahoo.com



Gabriel Quadri, a quien considero un extraordinario pensador ambiental, egresado de la Universidad de Texas en Austin, publicó hace unos años un documento que me llamó mucho la atención, precisamente sobre el tema de la tragedia de los comunes y sus implicaciones ambientales. Estas ideas de Quadri proceden originalmente de Garrett Hardin quien yo pensaba estaría en UT-Austin, pero ahora me doy cuenta que cuando se publicó el artículo en Science en 1998, formaba parte de las filas de la Universidad de California en Santa Barbara. Pero basta de escuelas. Una vez cubierto este prolegómeno curricular, describo brevemente el tema de la tragedia de los comunes y me centro en su potencial como herramienta de análisis para lo que denomino ecología agraria.



Existe un problema referente a las tierras ejidales y que me preocupa desde una perspectiva ambiental: la denominada tragedia de los comunes. En este caso se refiere al dilema de mantener viable y sustentable un recurso público que cualquier persona puede sobreutilizar o sobreexplotar. Este tema tiene naturalmente amplias implicaciones con respecto a las tierras nacionales, áreas naturales protegidas, clima global, y otros de índole nacional. A nivel agrario veo que se ha resentido una pérdida substancial de recursos naturales ante la imposibilidad real de muchas comunidades ejidales para mantener en buen estado estos recursos que les son proveídos originalmente en el título ejidal.

Existe una capacidad de vigilancia dentro de las tierras ejidales, las cuales se concentran en las partes productivas de base agronómica o pecuaria. Para el resto, existe entonces una área de uso común que para efectos prácticos es tierra de nadie, y entonces es donde se pierden de forma silenciosa, grandes extensiones de riqueza forestal, de fauna silvestre, de calidad del agua.

De tales condiciones en Quintana Roo encontramos ejemplos como los incendios forestales después del huracán Gilberto, y posteriores. Las pérdidas forestales no fueron resueltas ni asumidas por nadie en especial, y los consiguientes decretos de restauración ecológica fueron igualmente respetados en el papel, ignorados en la vida diaria.

Eran tierras de nadie, era la tragedia de los comunes. Esta idea nos permite formular una quinta para el pensamiento en ecología agraria: Las tierras ejidales pueden derivarse en el camino de la tragedia de los comunes, o sea, recursos naturales sobreutilizados, sobreexplotados, defendidos por nadie.

Esta condición resulta en panoramas de sobreutilización y rapacidad sobre el medio ambiente por parte de los más ambiciosos, o de los más osados, que son seguidos por una miríada de otros individuos interesados en obtener recursos naturales de áreas poco vigiladas. El resultado final es una pérdida de proporciones incalculables para la región. ¿Cómo resolver este dilema?

Una de las vías es la de la reciprocidad indirecta, traducida como “da y recibirás” pero esta estrategia se basa en cierto grado de altruismo inicial, de beneficio para la naturaleza, y lo que se obtendría sería una recompensa, el beneficio común. La reciprocidad indirecta puede traducirse como “siembra y cosecharás”. Esta reciprocidad indirecta descansa en un sentimiento de honorabilidad, de buena reputación de los grupos sociales involucrados. Esta reputación se convierte en moneda de intercambio.

Por supuesto que el objetivo final de esta estrategia es la de la solución para la participación social ante recursos naturales que no tienen un dueño específico, pero también exploro la posibilidad de aplicación de esta estrategia en condiciones agrarias, donde las tierras ejidales funcionan o se derivan de tierras nacionales.

Esto significa que nadie puede aprovechar los recursos naturales de uso común, de aquellas áreas nacionales, de las reservas ecológicas, sin antes haber realizado una inversión, un aporte, a favor del recurso mismo. Entonces la pesca de extracción, por ejemplo, no tiene soporte moral en la medida en que frecuentemente los pescadores únicamente invierten en los medios para realizar una pesca más efectiva, pero no existe inversión en el recurso mismo: los peces y las condiciones naturales del medio donde se reproducen. Esto conduce a una sobreexplotación de los recursos pesqueros, de los cuales tenemos ejemplos en Quintana Roo. De igual forma, sin adecuados sistemas de inversión en materia forestal, poco derecho tenemos a extraer los árboles del bosque. Pero dicho caso se amplía a los arrecifes, donde se requiere de inversión para mantener la productividad del ecosistema frágil.

La autoridad puede dictar decretos, argumentos legales, tarifas y derechos fiscales y otras prerrogativas de índole mercantil y fiscal, pero en la medida en que no exista inversión en el recurso mismo, la tendencia será la del deterioro inminente y catastrófico. En la medida en que el Estado cobre por el uso de estos recursos donde los dueños somos todos (en teoría), para satisfacer necesidades financieras de sectores ajenos a los del recurso natural, la tendencia no será otra sino la de sobreexplotar el recurso, hasta que se consuma en su totalidad, o hasta que la explotación resulte poco rentable.

La complejidad del tema es mayúscula, y presento estas reflexiones como una forma de impulsar la búsqueda de sistemas financieros que resulten en una inversión efectiva en los recursos naturales nacionales que se aprovechan en Quintana Roo. El tema parte de mis pensamientos sobre ecología agraria, pero se aplica tanto a las tierras ejidales, como a aquellos recursos naturales que han contribuido en forma substancial a la economía local, tales como los arrecifes de coral. Esto me lleva a un análisis de la propuesta federal para el cobro de ingreso a áreas naturales protegidas y el efecto real sobre el capital ambiental de Quintana Roo.





Notas
Escrito el 27 de abril de 2002, publicado en el periódico Por Esto! De Quintana Roo.

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Acerca de mí

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Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.


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